domingo, 7 de octubre de 2012


Esta es una historia breve,
que aunque parezca mentira,
es lo que declara el muerto;
y paso a describir porqué.
El hombre era muy creyente,
en Dios, se sobrentiende.
Se desvistió,dejó el reloj,
y se metió en la bañadera;
era la hora de la siesta,
en la que siempre dormía,
y comenzó a rezar en silencio.
Tan concentrado estaba en eso,
que ni notó que se sumergía,
al fondo de la bañadera;
mientras rezaba cayó en profundo sueño,
y solamente lo despertó,
una enorme tos viceral,
que lo obligó a incorporarse.
Tras unos minutos de ahogo,
oyó la voz del Señor ¿dónde estás?
y su cerebro funcionó rápidamente,
miró el reloj y comprendió todo,
o en el cielo o en el infierno,
pensó rápidamente ,pero...
en un tris reaccionó y dijo,
heme aquí,pero mi corazón está contigo.
Y pasó que el Señor lo llevó,
y el hombre quedó sin corazón.
Al principio se alegró,
por dos motivos,uno porque sus sentimientos,
ya no le perturbarían nunca más,
el otro porque la triquiñuela,
había dado resultado y estaba vivo.
Pero pronto su sexo se reveló,
sin el corazón todas le daban lo mismo,
y no encontraba descanso sin él.
Tomó una soga y se ahorcó,
para poder estar junto a su corazón.
Estuvo colgado hasta que cayó,
porque la soga se cortó,
y pronto escuchó la voz del Señor,
que le decía ¿que haces?
rápidamente pensó y entendió todo,
se estaba yendo al infierno,
y en un tris reaccionó y dijo,
pagándole al diablo con su moneda,
para no ser más esclavo de sus pasiones.
Y sucedió que ya no pudo volver a usarlo,
con mujer alguna nunca más.
Pero pronto cayó en la depresión,
nada de amores, nada de sexo,
y era tan joven,tanto camino por andar así,
que volvió a ahorcarse,
hasta sentir la voz del Señor,
que le dijo ¿qué te ha pasado?
y el al ver que aún tenía otra oportunidad,
le dijo -he perdido la cabeza,
y Fué que anduvo loco mucho tiempo.
hasta que un día lo atropelló un auto,
y escuchó la voz del Señor,
preguntarle ¿que tienes?
era otra oportunidad más,pero...
perplejo el hombre no tenía corazón,
no tenía cabeza ,ni sexo,no sabía que decir,
que mencionar de su cuerpo,
y en un tris reaccionó y le dijo,
un upite inmenso.
Moraleja: tener un upite inmenso,
no es tenerlo todo.